Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas lo mismo que un árbol que en tiempo de otoño muere por sus hojas. Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas de esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.
Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó a la vida y entonces comprendes como están de ausentes las cosas queridas. Por eso no partas ahora soñando el regreso que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo. Demórate aquí en la luz mayor de este mediodía donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.

0 comentario(s):

Publicar un comentario

Escondidos en nuestros ombligos podemos mirar hacia afuera y reir.