Esto que estás oyendo ya no soy yo, es el eco, del eco, del eco de un sentimiento; su luz fugaz
alumbrando desde otro tiempo, una hoja lejana que lleva y que trae el viento.
Yo, sin embargo, siento que estás aquí, desafiando las leyes del tiempo y de la distancia.
Sutil, quizás, tan real como una fragancia: un brevísimo lapso de estado de gracia.
Eco, eco ocupando de a poco el espacio de mi abrazo hueco.

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Escondidos en nuestros ombligos podemos mirar hacia afuera y reir.